martes, 20 de septiembre de 2011

TEORIA DE LAS VENTANAS ROTAS



En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo
realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en
la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo
dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y
el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos
idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un
equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la
gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en
pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo
lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el
auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito.. Atribución en la que
coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de
izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando
el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba
una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil
de Palo Alto.

El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo,
la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el
del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente
seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la
psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto
abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de
despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de
ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre
el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada
vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron
la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista
criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el
descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara,
pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de
deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el
delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido,
exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son
sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más
graves.

Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente
abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por
temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son
progresivamente ocupados por los delincuentes.

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de
la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido
en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas
transgresiones: graffitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones,
ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y
desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se
logró hacer del metro un lugar seguro.

Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en
la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una
política de 'tolerancia cero'.
La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no
permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana.

El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices
criminales de la ciudad de Nueva York.

La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución autoritaria y
represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción
de condiciones sociales de seguridad.

No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía,
de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe también aplicarse la
tolerancia cero.

No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino
tolerancia cero frente al delito mismo.

Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de
los códigos básicos de la convivencia social humana.


viernes, 29 de julio de 2011

CARRERA CONTRA LA DEBACLE


Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público

Cristina no podía creer lo que le decían. A los gritos, respondió con gestos y palabrotas las sugerencias de su publicista oficial, Braga Menéndez, quien le hizo saber que la tonalidad de sus discursos, los gestos de su cara y sus manos y los vestidos que utilizaba -el estilo, en fin- no eran los más aptos para la campaña visual desarrollada para encarar las difíciles elecciones en las que se jugaba entera, ella y sus colaboradores. Cristina, que estaba segura de su capacidad histriónica para conquistar votos, no se cansaba de subrayar que los culpables del doloroso fracaso capitalino y de Santa Fe eran Filmus y Rossi, nada más que ellos, y también de “los votantes que no supieron ver la realidad”. El silencio de los testigos pareció respaldar las sutiles palabras utilizadas por Braga para formular su difícil crítica, excepto Zannini que, silencioso, hizo esfuerzos por mantenerse al margen de la escena para superar el incidente. No era el momento de desatar una crisis.

El tema flotante era que todos estaban conscientes de la caída de los porcentajes, de las mentiras de las encuestadoras pagas y de los negros nubarrones que se formaban en el horizonte político; en buena medida, la intuición presidencial le despertaba las sospechas de un desastre pero no podía reconocerlo así como así. Para colmo, a medida que evolucionaban los sucesos negativos, se modificaban los efectos de la campaña que se mostraba esquiva en sus resultados. Más aún, comenzaba -o comienza, mejor dicho- a instalarse en todos los segmentos de la opinión pública la idea de que el futuro del oficialismo se desliza en sentido inverso al buscado: la certeza de la victoria ya dio lugar a las dudas y crece la tremenda perspectiva de una derrota. Ya nadie asegura que se ganará. Para este domingo se hacen esfuerzos alterando las fechas de las boletas o mejor dicho, colocando en las mesas boletas de la elección anterior. También, modificando el lugar de la votación, pero nadie ignora que estos eventuales artilugios servirán de poco. Ya no es un secreto que una amplia diferencia entre Macri y Filmus será catastrófica, a lo que debe agregarse que el kirchnerismo estará ausente de los próximos comicios cordobeses.

En el ínterin, los sucesos provocados en el ingenio Ledesma de Jujuy no sólo acentúan la cuestión de la inseguridad sino que comienza a preguntarse cuáles serán las Fuerzas que se emplearán si los sucesos crecen. Al desprestigio de Hebe de Bonafini, de Estela de Carlotto y de las Madres de la Plaza de Mayo, se agrega ahora el de Milagro Sala, como una potencial complicación de impredecibles consecuencias que marchan de la mano con el tráfico de droga entre la frontera con Bolivia. Por añadidura, a nadie se le escapa que la Casa Rosada también subsidia a la jefa de Tupac Amaru con una importante cifra mensual y millonaria, y el conjunto de novedades que ya se cargan decenas de heridos y una cantidad indeterminada de muertos, llega acompañado de versiones de parecida naturaleza, con algún apellido que recuerda al de un atacante de La Tablada que fue indultado y rumores sobre distribución de armas que nunca fueron desmentidos. Para colmo, ahora se confirman detalladamente los anticipos del economista Agustín Monteverde y de varios de sus colegas, en el sentido de que el Banco Central carece de reservas genuinas: sólo papeles “respaldados” por el Estado Nacional, un asunto que aparece ahora en el primer plano de las inquietudes y en el peor momento de las crecientes complicaciones internacionales que afectan a las economías poderosas. El campo argentino, eterno recurso al que se recurre en las grandes crisis económicas que registró la Argentina a lo largo de todos las décadas, no oculta su resistencia y enojo por las insólitas y contraproducentes medidas gubernamentales instrumentadas por el resistido Guillermo Moreno. En los hechos, el secretario de Agricultura no existe para trazar una política y apenas sí cumple una tarea administrativa. En la memoria de todos está latente que fue el sector agropecuario el que le infligió la mayor derrota al kirchnerismo, suceso que marcó el inicio de la debacle. También en esa memoria y en el ejercicio de la lógica, existe el convencimiento de que llegado el momento, se repetirá la historia y será el campo el encargado de superar la crisis que se avecina, acompañada de un severo ajuste que inevitablemente todos deberemos pagar. El mismo convencimiento rige para entender que esta realidad no se puede modificar con encuestas amañadas para satisfacer los oídos presidenciales. ¿Será Moreno la primera víctima en este proceso o todo seguirá inalterable hasta el final...?

Dicen que Cristina proyecta grandes cambios ministeriales si tiene suerte en agosto, con miras a afrontar mejor preparada las elecciones de octubre. La iniciativa se muestra necesaria pero, si esos eventuales cambios pendientes de lo que dirán las urnas llegaran de la mano del maoísta Zannini, “el remedio será peor que la enfermedad”. En tal caso, mientras el peronismo se aparta más y más del gobierno, los jóvenes rentados de La Cámpora sueñan con grandes despachos que, para cualquier observador imparcial, se muestran cada vez más lejanos e inseguros o, si se prefiere, al revés: inseguros, inestables y distantes, apartados de cualquier milagro.

Mientras tanto, otros dos temas de gran impacto se instalaron en la mira popular. Uno es el fútbol, donde por primera vez en la historia se pretende ascender a un club por decreto, aunque no todos saben que este asunto se relaciona con el factor publicitario con que iniciamos este artículo. Detrás de este manejo, está el interés oficial para ampliar su enfrentamiento con el grupo Clarín. El caso es que, si River Plate desaparece de su nivel anterior, el negocio de Fútbol para Todos prácticamente desaparecerá, pues junto con otros clubes de raigambre muy popular al que podría incorporarse Boca Juniors, la mayoría de los televidentes mirarían los partidos de la categoría B que, precisamente, estarán a cargo -por contrato- de Torneos y Competencias, que pertenece a Clarín. En consecuencia, la propaganda, con la consiguiente publicidad, perdería su difusión y significado. La rabieta es grande.

Pese a su tremenda importancia y pese también a que, como sucede en esta etapa de la Argentina, lo más probable es que nada ocurrirá, dejamos para el final un nuevo y poderoso escándalo para el que no existe explicación posible o aceptable. Son los departamentos metropolitanos que pertenecen al doctor Zaffaroni, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Tal como lo sostiene la noticia difundida desde ayer, están alquilados por su propietario y sus actuales administradores los utilizan como prostíbulos, lupanares o cualquier otro nombre que merezca esta clase de establecimientos. Primero fue uno, después, dos, al final del día se hablaba de tres departamentos protegidos para su funcionamiento y, como siempre sucede con estas cosas, ya se barajan cantidades muy superiores que habrían sido adquiridos por la gran capacidad de ahorro del jurista. ¿Qué habría sucedido en otras épocas si por ventura se hubiera descubierto un hecho siquiera parecido...?

miércoles, 2 de febrero de 2011

Dentro de 50 años...



Dentro de cincuenta años poco va a importar cuánta gente fue a la plaza, dará lo mismo quién ganó la batalla del rating este año, serán del olvido los bailes eróticos de Nazarena Vélez, los jugadores que no entraron en la lista para el mundial de Alemania, los legisladores que armaron su monobloque, y también El Código Da Vinci.

Lo que, definitivamente, sí estará presente es aquello que se haya hecho hoy por la educación.

Dentro de cincuenta años probablemente Kirchner sea el nombre de alguna avenida en Santa Cruz, Macri sea un apellido que se lea en una placa del club Boca Juniors o del Congreso, a Carrió se la podrá ver sólo en fotos, a Ben Laden en una estampilla de correo privado de Medio Oriente y a Bush en una estatua en una plaza perdida de Texas.

Lo que sí podrá verse, en vivo y en directo, y será imposible no ver, es lo que hoy se haya hecho por la educación.

Dentro de cincuenta años usted y yo seremos un recuerdo, o un olvido, pero no lo serán nuestros hijos ni nuestros nietos: para ellos será este país mal educado o bien educado, según lo que hoy se haga por la educación.

Dentro de cincuenta años no quedará ni rastro del debate sobre si está bien o mal que un niño use celular, si Maradona se droga o no se droga, si María Eugenia Ritó es mejor vedette que Emilia Attias.

Lo que sí podrá encontrarse en cada rincón del país son los rastros del debate que se necesita abrir hoy sobre la educación.

Dentro de cincuenta años no será más que un número lo que se invierte ahora en seguridad, no le servirá a nadie lo que se haya gastado en campañas políticas, no será ni recuerdo qué comportamiento tuvo la Bolsa este año o a cuánto cotizaba el dólar.

Lo que sí se notará visiblemente es lo que hoy se invierta para educación.

Dentro de cincuenta años usted y yo seremos el pasado, como lo serán Kirchner y Macri, Nazarena Vélez, Carrió y el autor de El Código Da Vinci, y María Eugenia Ritó y los jugadores del Mundial, pero no lo serán nuestros hijos ni nuestros nietos: a ellos les tocará un presente de país educado, según lo que se haga hoy por la educación.

Y quien haga hoy algo por ella, quien muestre verdadero interés y se ponga a trabajar ahora apasionadamente para mejorarla, extenderla, financiarla, multiplicarla, quien se desvele para que llegue a todas partes, para que nadie quede afuera por razones económicas o geográficas, para que tenga calidad y que la calidad sea gratis, quien entienda que un país mal educado es un país condenado a muerte, y modifique este destino, entonces su nombre no será del olvido: dentro de cincuenta años estará presente en todos los rincones del país, será recordado con admiración y respeto.

Y no será sólo estatua, o calle, o foto, o estampilla.

Mex Urtizberea