jueves, 23 de abril de 2009

Excesos ajenos y pecadillos caseros : Obediencia debida si o no?

La reciente "renuncia" de Santiago Montoya, orquestada por el ex presidente en funciones y solicitada con genuflexa obsecuencia por Scioli, desnuda en grado mayor una enorme contradicción de este gobierno desde que se instaló la posibilidad de las candidaturas "testimoniales".

La anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida ha sido tal vez uno de los mejores y pocos aciertos de los Kirchner. Justificar con una orden superior las aberraciones cometidas era simplemente insostenible.

Pero he aquí que, tiempo después y atrapados en el torbellino de la desesperación ante una elección que aparece inevitablemente perdida o a lo sumo ganada con una victoria pírrica, el matrimonio gobernante decidió hacer uso del mismo ominoso recurso que antes aborreció: el más puro verticalismo para "sortear el molesto escollo de las elecciones legislativas" (Cristina dixit).

Y si bien es cierto que un abismo separa a la tortura de una mala práctica política, también es real que pisoteando las leyes y desvirtuando su espíritu es como más rápido perderemos el estado de derecho.

De fondo, en esencia, ambas situaciones apuntan a lo mismo: cometer un atropello por sobre la objeción de conciencia, la ética y la moral cuando una orden superior así lo dicta.

Afortunadamente, a un bochornoso e impresentable Scioli a quien mientras se le incendia la provincia tenemos que seguir escuchándole su muletilla "con fe y esperanza", se le opuso -por convicción o conveniencia, no lo sé- un tal Montoya. Y eso, en este país, es una tenue luz al final del camino.

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