viernes, 12 de febrero de 2010

No culpes a la lluvia...


Por qué el Gobierno es responsable del aumento de precios en la carne

La explosión de precios que vive la carne es una imagen cabal del efecto de las políticas kirchneristas para el sector. Porqué la solución no será rápida ni sencilla. Las opciones para normalizar un negocio caotizado. El paso a paso de la insólita destrucción de un mercado que fue emblema de calidad argentina en el mundo.

A fines del 2005 el sector ganadero comenzó a advertir una serie de políticas públicas que apuntaban a desacoplar precios y costos internacionales de los internos a través de subsidios, compensaciones, precios máximos y limitación a las exportaciones.

Hoy los efectos de esa política están a la vista: falta de carne en las góndolas y disparada de precios. Surge entonces una pregunta inevitable ¿Cómo se logra destruir a un sector tan competitivo como el ganadero en un plazo de tiempo tan escaso?

En el 2006 el gobierno que presidía Néstor Kirchner decidió tomar una medida inédita en la historia argentina: cerró las exportaciones de carne. Muchos embarques de cortes de alto valor comprometidos para el Mundial de Fútbol de Alemania llegaron tarde. Fue un papelón internacional.

Tal vez al avalar esa decisión de su secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, iba a perjudicar a un futuro gobierno de su esposa. Como sea, ahora empieza a quedar claro que el gobierno no sopesó los costos futuros de la decisión.


El ex presidente estaba convencido que, al cerrar las exportaciones, lograría mantener estables los precios minoristas de la carne en la mesa de los argentinos. No le fue mal porque la ganadería es un “barco gigante” que tarda al menos tres años en reflejar las consecuencias de políticas y eventos climáticos desfavorables.


Por el plazo de tres años Kirchner logró su objetivo de frenar los aumentos a costa del quebranto de miles de productores de cría (el eslabón más débil de la cadena) o del traslado de los empresarios ganaderos hacia otras actividades más rentables como la agricultura y en especial el cultivo de soja, que el gobierno decía combatir, pero en los hechos sus políticas incentivaban.


Muchos rodeos de genética bovina seleccionada que tardaron décadas en conformarse, fueron liquidados incentivados por la cortoplacista política del Gobierno.


Controles de precios


Pero como los precios igual sufrían deslizamientos, el Gobierno avanzó más allá del cierre de exportaciones, y el propio Moreno encabezó una descabellada “intervención” en el Mercado de Liniers para tratar de controlar los precios, que en los papeles continúa vigente, pero se fue diluyendo en su propia futilidad.

Así las cosas, el combo de cierre de exportaciones + imposición de precios máximos en el mercado (a través de presiones directas a operadores del sector) comenzaron a destruir las bases del negocio ganadero.


Sequía y crisis


Luego llegó la crisis financiera internacional y la sequía histórica del ciclo 2008/09 a modo de tiro de gracia: la desfinanciación generada por el quebranto agrícola de esa campaña obligó a muchos productores mixtos a vender todo o buena parte de su rodeo. Muchos no tenían qué darle de comer a sus animales. O tenían que reducir el impacto de las pérdidas como sea.


El hecho es que hasta la campaña 2008/09 las buenas producciones y los buenos precios de los granos habían financiado los desastres de la ganadería (la mayor parte de los ganaderos se dedican a esa actividad por vocación mas que por sus reducidos márgenes de rentabilidad). Pero con la crisis climática y económica eso se terminó.


Asi, paradojalmente el año 2009 parecía una fiesta: rodeos de vacas y vaquillonas fueron liquidados de manera masiva, generando la falsa percepción de que había carne para rato y a precios accesibles.


No hacía falta ser un especialista en ganadería para advertir que la situación que hoy estamos viviendo iba a llegar mas temprano que tarde. Pero a Kirchner en materia económica siempre va mucho más allá de la teoría; le gusta desafiar años y años de estudios, análisis y experiencias. Y esto fue lo que hizo con la ganadería con el sólo propósito de evitar pagar el costo político que imaginaba podía provocarle una suba precios en momentos en el que el país crecía a tasas altísimas (periodo 2006/2008), pero ya empezaba a sufrir los efectos de la inflación.


Finalmente, cuando el gobierno comenzó a percibir los costos de sus decisiones intentaron reparar el daño causado creando un programa de “compensaciones” que lo único que logró fue crear una industria de feed lots (engorde de hacienda a corral) que sólo puede vivir de los subsidios del Estado. Además de generar una insondable red de corrupción a través de los millonarios fondos que distribuía la ONCCA.


De pasó, se entregó a competidores antes muy rezagados como Uruguay la bandera de carne de calidad de ganado engordado a cielo abierto y pasto que siempre había caracterizado a la Argentina.


El resultado de estas políticas fue que el stock ganadero nacional, estimado a partir del número de animales vacunados contra la aftosa, disminuyó cerca de 5 millones en los últimos dos años, mientras que las proyecciones privadas indican que continuará bajando hasta alcanzar una reducción cercana a los 8 millones durante el 2010.



Fuente: Javier Lanari & lapoliticaonline.com

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