viernes, 8 de enero de 2010

Ser anti-kirchnerista es ser anti-redradista



De todas las derivaciones posibles de la conminación opositora a Redrado para que se sentara sobre las reservas, esta que ocurrió –Redrado volviendo pomposamente al Banco Central, casi como un héroe que permanece inmutable ante un golpe de palacio– es la que menos prefiero. Nuestro pobre antikirchnerismo –no el mío– es tan furibundo que la única condición que pone para transformar a alguien en héroe es que esté contra los Kirchner, llámese ese alguien Raúl Castells, Francisco de Narváez, Alfredo De Angeli, Víctor De Genaro, Grupo Clarín, “Ingeniero” Blumberg, Julio Cobos o, como en esta ocasión, Martín Redrado.

Como apuntábamos hace un tiempo, la gestión de Redrado al frente del Banco Central ha sido lamentable. Es, seguramente, el banquero central que más puntos agregó a la inflación de su país durante esta década en todo el mundo — fueron alrededor de 12%. Fue, también, el único banquero central del mundo (posiblemente, de la historia) que admitió pasivamente que su gobierno dibujara los índices de inflación. Su autodefensa –la supuesta buena gestión ante la crisis internacional– no se sostiene. La Argentina no navegó la crisis mejor que países similares. Y, por algunos meses –cuando se resistió a devaluar la moneda mientras todos devaluaban– pagó un precio innecesario en la forma de una tasa de interés más alta. No sabemos qué habría ocurrido si la situación internacional no hubiera mejorado y, por lo tanto, no se hubieran apreciado las monedas de otros países — en ese contexto, la política redradista de plantarse frente al viento en contra habría sido un desastre.

Por fin, y más relevante para el argumento: la gestión de Martín Redrado ha sido la de un muñeco una marioneta kirchnerista no más difícil de manejar que un Guillermo Moreno o un Daniel Scioli. Los cantos martinianos a la autonomía del Banco Central son, a esta altura, muy tardíos. Durante años Redrado permitió que le manejaran la política monetaria, la política cambiaria (que son casi lo mismo) y la política de distribución de dividendos del Banco Central. ¿Tiene sentido ahora que la oposición política salga a inmolarse en su defensa? No: salir en defensa de un banquero central que ha sido absolutamente dependiente del Poder Ejecutivo no es la mejor manera de garantizar la automonía del Banco Central. Permitir que lo echen transmite un mensaje bastante claro: a quien se comporte como marioneta no habrá que defenderle la vida, porque nunca la ha tenido.

Hay, claro, una cuestión de formas: la salida de Redrado tiene que darse como legalmente deba darse, y no está mal que la oposición fuerce a los Kirchner a aceptar el mundo de las formas, al que por lo general esquiva. Pero de allí a defender a la figura de Redrado hay un gran paso. El avasallamiento del Banco Central por el kirchnerismo no está en este pequeño episodio de política veraniega; está en toda la gestión de Redrado, desde el principio hasta este merecido final.


Fuente: Lucas Llach - http://blogs.lanacion.com.ar/ciencia-maldita/

1 comentario:

  1. Ya no me acuerdo cuál de estos tres días de locura que vivimos ni en qué diario digital lo vi, pero hubo un comentario a alguna nota relacionada con este tema que me pareció de lo más pertinente: reformulaba una frase ya conocida: "Es la ley, estúpido".

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